La mueblería en Grand Bourg…

 

Exhuman cadáveres en el Cementerio de Grand Bourg

«Unos trescientos cadáveres registrados en los libros de esa necrópolis como N.N. fueron inhumados allí durante los años de la lucha antiterrorista, según una denuncia en poder del Juez Federal Hugo Gandara, quién ordenó las tareas de exhumación. Se encontraron unas noventa fosas, donde se comprobaron sepulturas de tres y hasta cinco cadáveres cada una, por lo cual se presume que el número de cuerpos inhumados ilegalmente podría superar la cifra mencionada».

(Diario «Clarín» del día 13 de enero de 1984).

Grand Bourg…él me dijo ” la estrategia es instalarnos en un pueblo chico, pobre donde podemos montar una mueblería con artículos berretas que venderemos a plazos…”

 

 

Inauguramos nuestro flamante negocio, en el amplio local vacío que – nuestro socio, cuyo nombre no recuerdo pero de apellido Fernandez, que mi reciente marido había conocido en la peluquería mientras se cortaban el pelo-había ubicado en Grand Bourg.

 

 

Era un espacio enorme, con amplios ventanales que inundaban de luz los escasos muebles baratos y de baja calidad, feos y ordinarios que ofreceríamos a los provincianos habitantes de esa ciudad alejada de casa, a la que llegabamos en un  viaje diario de ida y vuelta en un tren cansino y repleto.

 

 

Los encargados y vendedores de nuestra tienda serían- y fueron- la Perica, mi cuñada y su pareja, un indescriptible sujeto que había aumentado la familia de exiliados chilenos que formabamos con Enrique y mis cuatro hijos. Ambos alcohólicos y con nulas capacidades para desempeñarse en tales cargos. Como lo eramos, obviamente nosotros, un ex funcionario de INDAP y una estudiante de antropología expulsada de la Universidad de Chile en el 73.

 

 

Había vendido a precio vil, al General Orlando Gutierrez – de la FACH y posteriormente denunciado como torturador, mi parcela de El Arrayan que debió adquirir chantajeado por su ex mujer, Ema, amenazado de destapar el escandalo de tener una amante, lo que al parecer era muy repobable dentro de su institución.

 

 

Rebajé el  valor de venta a la mitad de su precia, que aún así era en ese tiempo mucha plata y fue ese dinero el que recibí en Buenos Aires, y que se destinó, o acepté, en mi estado de zombi,que se utilizara en diferentes y descabellados proyecTOS.

Y así llegamos a Grand Bourg. Viaje diario en un tren que parecía recorrer la república entera antes de dejarnos en la estación. Y atendíamos ese local donde no entraba nadie, excepto una nube de moscas que nada alejaba, que nos impedía abrir la boca y respirar, que nos acosaba durante las 10 horas de espera de los inexistentes clientes. Moscas, moscas,moscas…

 

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